martes, 9 de agosto de 2011

EL PAIS QUE QUEREMOS

EL PAIS QUE QUEREMOS


El discurso inaugural del presidente Ollanta Humala, tuvo la extraña virtud de tranquilizar a los que defienden la continuidad del modelo, tanto, como mantener las espectativas de quienes aspiran a un cambio. Sin embargo, por debajo de esa superficie en aparente calma, la fermentación social sigue su curso. Al margen de nuestros deseos, el proceso social nos involucra a todos, de manera que no podemos permanecer como espectadores neutrales.



A semejanza de la novela de Julio Cortazar, RAYUELA, el discurso presidencial puede leerse en muchos sentidos, requiriendo de un "tablero de dirección" para encontrarle el sentido que uno desee. Viéndolo así, corresponde al movimiento popular hacer suyo el reto planteado: "Transformar el país no es tarea fácil. No solo porque el cambio es siempre una tarea de multitudes, sino porque también implica enfrentar y superar nuestros problemas, proponer una nueva manera de convivir". Y el país que queremos, no puede ser otro que el que nos señalara José Carlos Mariátegui: "Un Perú nuevo, dentro de un mundo nuevo".



Y esa nueva manera de convivir no puede salir de una mente iluminada que diseñe un modelo perfecto de convivencia. Esa nueva manera de convivir se está gestando en las entrañas mismas de esta realidad que hoy nos duele. Hoy, mas que nunca, el destino de nuestro país está supeditado al desenlace que tengan las múltiples crisis que han acelerado su proceso de convergencia: Cambio climático, contaminación ambiental, irracional crecimiento urbano, crisis financiera, crisis alimentaria, crisis hídrica, crisis energética, desempleo estructural creciente, expansión de las economías delictivas, ascenso del crimen organizado en el control de las sociedades que hacen insostenibles las condiciones de seguridad, etc. Y dentro de este marco general, la resistencia ciudadana al deterioro creciente de sus condiciones de existencia, aunado a la resistencia de los pueblos indígenas y poblaciones rurales al despojo de sus territorios, a la depredación de sus medios de vida, y destrucción de sus culturas por parte de las inversiones extrativistas y de infraestructura. Resistencias que son difamadas, perseguidas y criminalizadas por el poder vigente.Ese es el panorama actual del mundo, que en el Perú se manifiesta con la resistencia de los pueblos andino amazónicos a las inversiones en minería, petróleo, carreteras (IIRSA) e hidroeléctricas.



El escenario actual está dominado por las turbulencias financieras que están llevando a las economías del norte a situaciones de estancamiento y recesión. Ello ha obligado a UNASUR a poner en agenda la "desconexión" de dichas economías como una forma de protegerse de los efectos de su crisis. Sin embargo, la oportunidad que se abre, da para ir mas lejos que un simple cambio de locomotora sin salirse de los rieles montados por el capital.



El punto de inflexión en esta trayectoria, lo ha marcado la "Confederación nacional de comunidades afectadas por la minería" (CONACAMI) en su reciente "Foro Birregional sobre Minería, Medio Ambiente, Cambio Climático, Salud Ambiental y Consulta Previa" que se realizó los días 22 y 23 de julio, en el que se suscribió la "Declaración de Huancayo" demandando una nueva Constitución que además de garantizar la protección de sus derechos fundamentales como pueblos originarios, establezca claramente "el caracter agrícola de nuestro país, y no minero".



Esta propuesta debe ser conocida y valorada en toda su amplitud, pues constituye un verdadero "partir las aguas" señalando una vertiente que pueda convocar a todas las fuerzas que están por la gran Transformación, sentando las bases para una reorganización general de la existencia social de los peruanos.



A partir de la defensa de la naturaleza y la vida, reivindicando la agricultura como sustento de la economía nacional, se pondrá en debate el conocimiento y las tecnologías necesarias para ello; el reordenamiento de las ciudades y una política de territorio amigable con la naturaleza. La batalla por el orden simbólico tendrá que ir desterrando la raíz eurocéntrica de nuestro pensamiento; instituyendo en su lugar, un nuevo pensamiento desde el sur, de raiz andina, que irá construyéndose en este proceso. Ese es nuestro camino.



Lima, 07 de agosto del 2011



Calixto Garmendia