viernes, 15 de junio de 2018

CUÍDATE, ESPAÑA, DE TU PROPIA ESPAÑA!

Aníbal Quijano: Vivir contra el poder, contra todo tipo de poder


Por Roberto Espinoza*

14 de junio, 2018.- Aníbal Quijano deja decenas de publicaciones, ideas, teorías, apuestas. Pero deja también el ejemplo y la inspiración de una vida dedicada a la lucha contra el poder, para su transformación o “mutación” sustancial. No fue una vida dedicada al arribismo, oportunismo, violentismo, para administrar, “asaltar” o co-gobernar ese poder, sino para diluirlo, socializarlo, mutarlo, en la “forma comunidad”. Una vida para la descolonialidad del poder, del saber, ser y sentir. Deja una herencia de ruptura teórica, política, académica, activista, vital, personal, contra todo tipo de poder: el del capital pero también de las burocracias de todo tipo. Imposible reducirlo simplemente al aporte académico o teórico, con la importancia que ello pueda tener. La actitud de insumiso vital, en la teoría y en la práctica, como mencionara Danilo Quijano.
¿Que rastros hay de ese ejemplo y trayectoria personal? Habría que partir desde las luchas populares de los años 50 al 70, pero prefiero dar testimonio de lo que conocí directamente, como homenaje a un querido maestro, líder y sobre todo compañero de tantas jornadas, desvelos y desafíos. Y al que le molestaría muchísimo cualquier “culto a la personalidad”. Haremos el esfuerzo de diluir a Aníbal en la historia de las luchas donde se sumergió desde los 70 en adelante, luchas donde convergió, aprendió, debatió, activó y teorizó.
El gobierno militar de los 70 tenía atrapada a gran parte de la izquierda, confundida e ilusionada con las reformas nacionalistas, los dogmas y fantasías de la “burguesía nacional” e incluso, hasta dispuesta a diluir al movimiento sindical en una central gobiernista y subordinar los demás movimientos barriales, campesinos, magisteriales y populares a ese “nacionalismo”.
El número 4 de la revista “Sociedad y Política” (SyP) que dirigía, es requisado por la policía, por atreverse a demostrar que no había tal “revolución” sino una variante de capitalismo de estado junto con corporativismo, que pretendía subordinar y castrar al movimiento popular, y era indispensable poner por delante la autonomía política.
El desafío de la autonomía política luchaba por abrirse paso, y el profesor universitario Quijano, opta por confluir con ese proceso, opta por no hacer “carrera” universitaria, sino fundirse en ese proceso. El número 4 de la revista “Sociedad y Política” (SyP) que dirigía, es requisado por la policía, por atreverse a demostrar que no había tal “revolución” sino una variante de capitalismo de estado junto con corporativismo, que pretendía subordinar y castrar al movimiento popular, y era indispensable poner por delante la autonomía política.
Fue deportado en 1974 por hacer crítica teórica consecuente, y a su regreso al país, la acción política no se detuvo y la revista “SyP” no se congeló en los kioskos, sino que pasó a ser discutida y debatida en diversos espacios populares en el pais. Esta energía desatada, dio lugar a que en 1976, en Lima, se funde el Movimiento Revolucionario Socialista (MRS) compuesto por líderes obreros textiles, metalúrgicos, mineros, magisteriales, aymaras, estudiantiles, campesinos, barriales, universitarios y profesores que abrían paso a las teorías críticas en universidades cuestionando un “marxismo-leninismo” dogmático, economicista, sectario, estatalista…. y muy ambicioso de “poder”: el poder gremial-estatal-electoral.
Un MRS que nacía cuestionando el “centralismo democrático” de las izquierdas, que servía para encubrir los cacicazgos y dictaduras internas partidarias, y la construcción de maquinarias políticas adictas de poder
Miles de horas de Aníbal en reuniones, evaluaciones, volantes, manifiestos, análisis para “SyP Quincenal” y para el vocero del MRS, el periódico “Revolución Socialista”. Un MRS que nacía cuestionando el “centralismo democrático” de las izquierdas, que servía para encubrir los cacicazgos y dictaduras internas partidarias, y la construcción de maquinarias políticas adictas de poder.  Un “rarísimo” MRS que nacía no para “hegemonizar” ni tener “arrastre electoral” sino para aportar humildemente a la autorganización popular, a su autonomía contra todo tipo de burocracias y poder, y con esa bandera se lanzó a zambullirse en el volcán social de esos tiempos.
Los apristas pretendían doblegar y amansar a los trabajadores textiles, y son enfrentados por el “Comité de Lucha Textil” para defender con autonomía política la escala móvil de salarios ya conquistada. El aluvión social al arenal de pamplona a 25 km. del centro de Lima, es penetrado por el SINAMOS de los militares, ante lo cual reacciona la autonomía política de la Comunidad Urbana Autogestionaria de Villa El Salvador (CUAVES) para defender su autogobierno y autogestión social. Los maestros del SUTEP son aprisionados por un partido que opta por burocratizar al gremio y romper su frente único, y surge la reacción autónoma de democratización radical de la organización mediante elecciones universales. En Puno, se cuestionaba los límites “campesinistas”, y se avanzaba en la autonomía identitaria como “Unión de Comunidades Aymaras” articulando las estructuras comunales.
Aníbal debatió y estuvo presente, acompañó, aportó, y sobre todo aprendió, en estos y otros procesos, del cual formaban parte miembros del MRS como Apolinario Rojas, Leopoldo Rubio, Julio Pedro Armacanqui, Jesús Cocha, Jorge Cristóbal, Bonifacio Cruz, Roberto Martinez, entre tantos otros. Fueron germinando y madurando las intuiciones de autonomía, democracia radical, autogobierno, comunidad, que más adelante serán parte sustancial de nuevos horizontes. Quijano aportó señalando como estas apuestas estaban presentes de modo semejante en la práctica y teoría mariateguista, pero no solo de él, sino que podía rastrearse en una larga historia de rebeldías y herejías, desde Rosa Luxemburgo frente a Lenin, el soviet heroico de Kronstad masacrado por los bolcheviques y Trotsky, y en todos los procesos de transformación social, la tensión entre el poder popular, la democracia radical, la socialización del poder, y la partidarización, burocratización, estatalización y regresión del cambo social.
Entre los años 70-80, debatir todo esto, era sacrilegio, sancionado con ser de lo “peor”: “Troskista, anarquista, basista, largo plazista, etc, etc”. Se nadó contra la corriente, y los esfuerzos autonomistas fueron marginalizados, rechazados, tanto a nivel popular como de la izquierda. Las expresiones mayores de esta contradicción fueron las crisis de la CUAVES y las del ARI, ambas azuzadas por las ambiciones y borracheras electoreras.
La experiencia de la CUAVES demostró que era posible construir una ciudad en el arenal de la nada, en base a la autorganización, autogestión, autonomía, poder popular, democracia directa, basada en las asambleas generales de grupos de cada 22 manzanas, que construyó sus estructuras “comunales” de gobierno propios sobre todos los aspectos de la vida social. Apolinario Rojas líder de ese proceso compartió, enseñó y apasionó al MRS, en esa gran apuesta y Aníbal la enriqueció agregándole la perspectiva de la “socialización del poder”. Gran parte de la izquierda no lo entendió y prefirió destruir la CUAVES: los violentistas, acusando que el autogobierno comunal es autoexplotación, y los otros, prefiriendo sustituirlo por la burocracia municipal. Los extremos coincidieron, y una vez más los “poderes partidarios” sacrificaron el poder comunitario.
El ARI fue la primera gran “Alianza Revolucionaria de Izquierda” en la cual el MRS y Aníbal Quijano participaron activamente. Quedará en la memoria el mitin del ARI en Villa El Salvador, donde Aníbal emocionó con su mensaje incluyendo parte del poema de Vallejo: “Señor ministro de salud, nunca la salud estuvo tan enferma…!!”. Se buscó cambiar la borrachera electorera, con el desafío de “una estrategia electoral no electorera”, es decir, basada y controlada por la organización popular, como años después  se practicara en México y otros países. Pero en el Perú, esa era otra herejía más,  que debió enfrentar la reacción del ya fuerte virus electorero que llevó a la explosión del rompimiento del ARI por el simple cuoteo o repartija de curules parlamentarias entre todas las tendencias.
Ya se evidenciaba lo que sería la larga cadena mental de la izquierda de que “salvo el poder…todo es ilusión”. Curiosamente coincidiendo en este fetiche, tanto Sendero, MRTA y el resto de la izquierda. El poder-aparato cosificado en el Estado, para capturarlo vía la violencia sanguinaria o el marketing electoral, aunque los abismos y desgarramientos sociales se mantengan.
Producidos los enfrentamientos y las derrotas, el MRS se disuelve, pero no desaparecen las apuestas, los horizontes, los principios, la ética aprendida. Paralelamente explotaba la URSS, y todo el campo socialista regresaba al capitalismo, siendo los viejos jerarcas del partido los alegres nuevos burgueses, manteniendo la verticalidad del poder de siempre. Fukuyama decreta el fin de la historia y en el Perú el fuijimorismo junto a sendero, imponen una muy pesada lápida a toda idea de cambio social. Era un momento de revisión total, de poner en cuestión todo lo pensado, pero manteniendo la visión esencial de cómo luchar en estos nuevos y duros tiempos contra todo tipo de poder. Y al igual que en los años 50 desde la cárcel, luego en los 70 en el MRS, desde los 90, Aníbal resiste y busca dar respuesta a las grandes cuestiones de la profunda derrota histórica sufrida en el mundo por las izquierdas y los socialismos. Una vez más, la opción no era ni fue replegarse a la observación, especulación, o peor, la “ingeniería social” para oxigenar las viejas estructuras de opresión y explotación. Había que revisar todo y entender por qué pasó lo que pasó.
En plena búsqueda, emergen de nuevo los movimientos indígenas con las autonomías Miskito, Sumo y Rama en Nicaragua, la plurinacionalidad en Ecuador con la CONAIE, el autogobierno Tzotsil, Tojolabal del zapatismo en México, la autonomía originaria en Bolivia, los movimientos amazónicos, la lucha afrodescendiente, Quilombola, Dalits contra el racismo. Aníbal se vincula, estudia, debate, aporta, y una vez más, aprende, y devuelve, con el aporte clave de la crítica sustancial al lado oscuro de la modernidad, con sus traumas constitutivos del racismo social, político, ambiental y epistemológico, y ayuda a que emerja la perspectiva de la Descolonialidad del poder, saber, ser y sentir.
Quijano reanima el debate de una izquierda arrinconada, proponiendo que fuimos derrotados por ser sutiles prisioneros del eurocentrismo, y no solo en el Perú sino a nivel mundial.
Quijano reanima el debate de una izquierda arrinconada, proponiendo que fuimos derrotados por ser sutiles prisioneros del eurocentrismo, y no solo en el Perú sino a nivel mundial. Aportó con ese debate al impulso del Foro Social Mundial, para que “Varios mundos otros….sean posibles” no solo “uno” en la versión estatalista eurocéntrica. La necesidad de las articulaciones globales de las luchas locales, para cambiar el capitalismo mundial o sistema mundo moderno-colonial.
Eurocentrismo, como el modo de recordar y de pensar generado en 500 años de capitalismo, y del cual han bebido también las izquierdas, para asimilar de modo “natural” múltiples herencias de la modernidad, como son entre otras, las referidas a los mitos y las trampas del “desarrollo”, “partido”, “estado”, “democracia”, “domino de la naturaleza”, “patriarcado”; como enfoques “superiores” de una racionalidad instrumental. Anteojeras que impidieron “ver” que esa modernidad estaba genéticamente constituída del genocidio y ecocidio de la conquista colonial basada en el cuento eficaz de la idea de “raza”. Ceguera que generó y sigue generando errores sucesivos: El capitalismo no se “origina” por la “productividad” europea, sino por el despojo del Abya Yala. Los “modos de producción” no son etapas sucesivas ineludibles y homogéneas, sino que la heterogeneidad estructural es permanente. El crecimiento de las “fuerzas productivas” no puede ser infinito. No solo existen clases sociales, sino racismo, patriarcado, antropocentrismo. “La” “democracia” y “el” “estado”, modernos, no son las únicas e ineludibles estructuras de autoridad. El inmenso error de no reparar que entre el individualismo y el estatismo, existió y existe la forma “comunal” (andina, amazónica, urbana) que combina el derecho de los individuos sin caer en el individualismo, y la dimensión pública sin reducirse a lo estatal.
No le interesó entonces, a Aníbal ser rector, concejal, ministro, embajador, director de ONG, menos aún congresista o “cacique partidario”, no podía vivir solo como académico ni solo como “político”. Todo eso era parte del poder, y optó por vivir para entenderlo, desnudarlo, desentrañarlo y luchar, como decía, “aunque sea como minoría de a uno, desde dentro pero siempre en contra”.
Hubo errores pero eso lo tratarán otros. Opto por rescatar su ejemplo de vida personal, sus apuestas vitales y sus aportes teóricos, que son sustanciales en este periodo de crisis del patrón de poder eurocéntrico, expresado en la crisis civilizatoria, donde se combinan y retroalimentan los conflictos en todas las dimensiones de la colonialidad del poder, señaladas por Aníbal: el control del sexo, trabajo, naturaleza, subjetividad, autoridad.
Inmensos cuestionamientos y horizontes alternativos, por lo cual Aníbal con la perspectiva de la “descolonialidad del poder”, aunque partiste físicamente, sin embargo sigues quedándote entre las herejías y rebeldías que emergen una y otra vez a pesar de todo. Entonces, no te habrás ido, seguirás presente, activo y polémico, lo cual te agradecemos profundamente, y nos toca organizarnos y agruparnos, frente a todas las sombras, caras y dobleces que tendrá la crisis de la modernidad-colonialidad. Nos seguiremos encontrando, Aníbal.
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*Roberto Espinoza es sociólogo y miembro de la  miembro de la Red Descolonialidad y Autogobierno Comunal.
Tomado de SERVINDI

martes, 5 de junio de 2018

HOMENAJE


Aníbal Quijano: El teórico del Bien Vivir

Por Marco Sipan*

Este 31 de mayo murió Aníbal Quijano, sociólogo peruano y autor de un texto clave para comprender los desafíos actuales latinoamericanos. Su tesis sobre la colonialidad del poder representa un nuevo punto de partida para analizar política, social y económicamente la globalización y sus efectos en el orden mundial que se inició con la llamada colonización de América. Quijano nos desafiaba así a analizar la crisis actual de ese padrón de poder como una oportunidad para desarmarlo y organizar prácticas sociales transformadoras que no reproduzcan las divisiones de raza, sexo y subjetividades que construyeron las desigualdades que nos sometieron durante siglos. Este artículo de Marco Sipan resume lo central de la tesis decolonial de Quijano. Proponer hoy su lectura es nuestro homenaje para despedirlo.
El doctor Aníbal Quijano es un reconocido científico social que ha tenido la capacidad de participar de varios momentos de reflexión y debate sobre temas que involucraron a toda la región y ha construido teorías, conceptos y perspectivas sobre diversas temáticas que son puntos de referencia para nuevas generaciones de investigadores.
El enfoque de Aníbal Quijano es una profunda crítica a la perspectiva epistemológica eurocéntrica. Para él, no es posible comprender la coyuntura latinoamericana sin tener en cuenta el desarrollo del capitalismo mundial. Por ello dice que la globalización en curso es, en primer término, la culminación de un proceso que comenzó con la constitución de América y la del capitalismo colonial/moderno/ eurocentrado como un nuevo patrón de poder mundial. La dominación colonial impuso la idea de raza, como codificación que permitió una racialización del trabajo, con lo cual generó una dimensión de poder mundial.
La idea de raza fue la que clasificó a la población por un lado, los indios, negros, mestizos y por el otro los europeos. A estas identidades se asociaron jerarquías, lugares y roles sociales correspondientes: esto constituyó el patrón de dominación colonial. Es decir, la idea de raza legitimó las relaciones de dominación impuestas por la conquista. Se construyeron subjetividades sobre la naturalidad de seres inferiores y superiores que permitió el desarrollo de prácticas cruentas de parte de los europeos hacia las poblaciones originarias. La idea de raza fue una idea eficaz de dominación y con la expansión mundial de los europeos estructuró el mundo.
Referirnos al patrón de poder moderno/colonial, es hablar de relaciones sociales que articulan cuatro elementos: el control de las relaciones de 1) Trabajo, 2) Género, 3) Autoridad colectiva, y 4) Subjetividad/intersubjetividad.
El patrón de poder unifica el conjunto de órdenes constitutivos de una determinada sociedad. Se trata de un sistema complejo donde se ha configurado un universo de relaciones intersubjetivas centrada en la dominación de las poblaciones europeas sobre las no europeas. En ese sentido Quijano señala tres aspectos principales de la violencia simbólica que se impuso:
  1. La expropiación de sus descubrimientos culturales en beneficio del desarrollo del capitalismo;
  2. La represión de las formas de producción de conocimientos de los colonizados, sus patrones de producción de sentidos, su universo simbólico, sus patrones de expresión y objetivación de la subjetividad;
  3. El aprendizaje forzado de la cultura de los dominadores por los dominados.
El patrón del poder
Los colonizadores codificaron como color los rasgos fenotípicos de los colonizados. Los dominantes se llamaron a sí mismos blancos. La idea de raza fue un modo de otorgar legitimidad a las relaciones de dominación impuesta por la conquista. La expansión de colonialismo europeo en el mundo, llevó a la elaboración de la perspectiva eurocéntrica de conocimiento, se elaboró teóricamente la justificación de la idea de raza como naturalización, basada en la superioridad/inferioridad entre dominados y dominantes, siendo esto un instrumento perdurable y eficaz de dominación social universal.
En el proceso de constitución histórica de América, todas las formas de control y de explotación del trabajo y de control de la producción-apropiación-distribución de productos, fueron articuladas alrededor de la relación capital-salario y del mercado mundial. En esta forma de capitalismo se incluyeron la esclavitud, la servidumbre, la renta, la pequeña producción mercantil, la reciprocidad y el salario. Todas estas formas de control del trabajo eran histórica y sociológicamente nuevas. Se configuro así, un nuevo patrón global de control de trabajo, a su vez un elemento fundamental de un nuevo patrón de poder.
A las nuevas identidades históricas producidas sobre la base de la idea de raza se les fueron designadas roles y lugares en la nueva estructura global del control del trabajo. La raza y la división del trabajo quedaron asociadas. Se impuso una sistemática división racial del trabajo. A los indios se les designó la servidumbre, permitiéndole relaciones de reciprocidad en sus comunidades con la intención de reproducir su fuerza de trabajo en tanto siervos. Los negros fueron reducidos a la esclavitud. Los europeos podían acceder a salarios, ser comerciantes, artesanos y agricultores independientes, es decir productores independientes de mercancías, solo los nobles podían participar en los puestos altos y medios de la administración colonial, civil y militar. La distribución racista del trabajo al interior del capitalismo colonia/moderno se mantuvo a lo largo de todo el periodo colonial.
La conquista de América, el control de los minerales y de las mercancías producidas por el trabajo gratuito de indios, negros y mestizos otorgó a los conquistadores una ventaja para el control del tráfico comercial mundial y con ello hizo posible concentrar el control del capital comercial en el mercado mundial.
Se conformaron nuevos procesos de urbanización en las zonas del Atlántico, que tenían conexión al tráfico comercial que procedía de América, estableciéndose una nueva id-entidad: “Europa” y luego “Occidente”, identidad que va asumiendo un papel hegemónico en el mercado mundial.
Trabajo asalariado y raza
En Europa las relaciones de control de trabajo se establecían a través del capital-salario, en el resto de las regiones y poblaciones del mercado mundial, que se establecían colonizadas al dominio europeo se establecían bajo relaciones no salariales. En estas regiones las relaciones salariales estaban establecidas para los blancos.
El control del trabajo en el nuevo patrón de poder mundial se constituyó, así, articulando todas las formas históricas de control del trabajo en torno de la relación capital-trabajo asalariado, y de ese modo bajo el dominio de ésta. En tanto esto el capitalismo mundial fue, desde su origen, colonial/moderno y eurocentrado.
Europa pudo imponer su dominio colonial sobre todas las regiones y poblaciones del planeta, incorporándolas al sistema mundo que así se constituía y a su especifico patrón de poder, eso implicó la re-identificación histórica, dándoles identidades geo-culturales a los otros (no europeos), creando la idea de modernidad como punto de llegada de la historia, la cual representaba Europa (en especial Europa Occidental), con una racionalidad y cultural “supuestamente” desarrolladas, lo cual articuló una hegemonía como forma de control de la subjetividad de la cultura y en especial del conocimiento y de la producción del conocimiento. Los colonizadores expropiaron a las poblaciones colonizadas, reprimieron sus formas de producción de conocimiento, sus patrones de producción de sentidos, su universo simbólico, sus patrones de expresión y de objetivos de la subjetividad.
Los europeos occidentales imaginaban ser la culminación de una trayectoria civilización desde un estado de naturaleza, eso les llevó también a pensarse como los modernos de la humanidad y de la historia, esto es, como lo nuevo y al mismo tiempo lo más avanzado de la especie. En este sentido, el concepto de modernidad es referido de este modo a las ideas de novedad, lo racional-científico, laico, secular, que son las ideas de experiencias normalmente asociadas a ese concepto y que también han sido alcanzadas en distintas épocas y por diferentes culturas, las llamadas altas culturas (China, India, Egipto, Maya, Tawuantinsuyo, entre otras), y no solo exclusiva de los europeos. Sin embargo, quienes defienden la modernidad europea mencionan la idea de libertad y democracia en estos Estados nacionales. Aquí Aníbal Quijano expresa que esta modernidad esta es regida por la colonialidad del poder, el capitalismo y el eurocentrismo, e implica una heterogeneidad histórico-estructural de dominación.
En América se estableció la esclavitud deliberadamente y la organizó como mercancía para producir mercancía para el mercado mundial. Así mismo, la servidumbre fue impuesta sobre los indios, inclusive la redefinición de las instituciones de la reciprocidad, para servir a sus mismos fines y para producir mercancías para el mercado mundial. Igual con la producción de mercancías de manera independiente, esto se expandió al mundo. Todo esto configuró el capitalismo, su patrón de poder y la colonialidad del poder.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la sociedad es considerada como una totalidad histórica, en la medida en que está constituida por diversos ordenes de fenómenos imbricados mutuamente, pero no de manera homogénea, sino en forma conflictiva y contradictoria, constituyendo una estructura de poder social.
La decolonialidad del poder
Quijano plantea que el conocimiento de la realidad social solo es accesible, plenamente, desde el interior de una práctica social transformadora. Es decir, quien quiera adquirir un conocimiento pleno de la realidad social, tiene que dedicarse a la práctica social transformadora. Por esta razón surge un tema central: la descolonización del poder, como forma efectiva de democratización de la sociedad. Eso significa devolverle a la gente misma, el control de las instancias básicas de su existencia social: trabajo, sexo, subjetividad y autoridad.
Quijano nos presenta estas ideas al respecto, “para desarrollarse y consolidarse, la Des/Colonialidad del poder implicaría prácticas sociales configuradas por:
  1. La igualdad social de individuos heterogéneos y diversos, contra la desigualizante clasificación e identificación racial, sexual y social de la población mundial;
  2. Por consiguiente, las diferencias, ni las identidades, no serían más la fuente o el argumento de la desigualdad social de los individuos;
  3. c) Las agrupaciones y/o identidades serían el producto de las decisiones libres y autónomas de individuos libres y autónomos;
  4. La reciprocidad entre grupos y/o individuos socialmente iguales, en la organización del trabajo y en la distribución de los productos;
  5.  La redistribución igualitaria de los recursos y productos, tangibles e intangibles, del mundo, entre la población mundial;
  6. La tendencia de asociación comunal de la población mundial, en escala local, regional, o globalmente, como el modo de producción y gestión directas de la autoridad colectiva y, en ese preciso sentido, como el más eficaz mecanismo de distribución y redistribución de derechos, obligaciones, responsabilidades, recursos, productos, entre los grupos y sus individuos, en cada ámbito de la existencia social, sexo, trabajo, subjetividad, autoridad colectiva y corresponsabilidad en las relaciones con los demás seres vivos y otras entidades del planeta o del universo entero.
El Bien Vivir.
Realmente interesante la lectura de la obra de Aníbal Quijano, un peruano que ha entrado a la vitrina de los principales teóricos sociales.
* Sociólogo peruano

Reproducimos texto tomado de lavaca.org