sábado, 28 de agosto de 2010

BATALLAS POR EL CONOCIMIENTO




COMPETITIVIDAD: ¿PARA QUE Y A QUIEN SIRVE?

En su editorial de hoy, el diario “El Comercio” en su artículo “MEJORAR LA COMPETITIVIDAD DEL PAIS ES CLAVE”, nos dice: “En un mundo globalizado como el de hoy, no solo las empresas compiten entre sí, independientemente de su nacionalidad, sino que los países también se enfrascan en una carrera por atraer el capital hacia sus territorios y mostrar a los inversionistas que no hay mejor lugar para invertir que en sus respectivos mercados.”
El pensamiento dominante da por sentado que la lógica de su funcionamiento (la competencia, la acumulación de capital, la concentración del poder que excluye a los vencidos) es la única posible como ordenadora de la existencia social de los individuos, y procura por todos los medios imponer leyes acorde con ella.

Es aquí, donde el pensamiento crítico requiere desplegar sus argumentos desnudando la retórica especializada mostrando como detrás de una argumentación supuestamente técnica, se esconden los intereses de los propietarios del capital, presentados como “inversionistas” inocuos.

Siguiendo el examen del artículo que comentamos, encontramos mas adelante a la madre del cordero: “Sin embargo, la evolución del país podría ser aun mejor si fuera posible mejorar todavía más en aspectos en los cuales seguimos rezagados, como en materia de rigidez en la legislación laboral, excesiva burocracia gubernamental, problemas de acceso al financiamiento y el impacto de la corrupción sobre el clima de negocios.” Es esta rigidez en materia laboral, lo que desde siempre los propietarios del capital (inversionistas) han venido señalando como “Sobrecostos laborales”, atribuyéndole a estos, su “bajo nivel competitivo”. ¿Qué es lo que están diciendo con esto y cuales son sus consecuencias prácticas?
Lo que nos dicen los propietarios del capital (inversionistas) es que todas las conquistas sociales expresadas en normas laborales como: Jornada de 8 horas, descanso dominical, vacaciones pagadas, compensación por tiempo de servicio, indemnización por despido intempestivo, seguridad social, jubilación, pensiones, entre otros, deben ser considerados no como una obligación de la patronal empresarial impuesta por ley, sino que deben formar parte de la “buena voluntad” corporativa expresada como “Responsabilidad Social Empresarial” que es el nuevo nombre de los regímenes de servidumbre y esclavitud contemporáneas. La fidelidad a la empresa como antaño al señor feudal a cambio de una remuneración ilusoria para disfrutar de las ofertas del mercado. Las consecuencias de la privatización del estado y la desregulación laboral son: Precariedad e incertidumbre laboral; incremento del desempleo estructural paradójicamente encubierto con la ampliación del empleo precario; proliferación de la economía informal e ilegal que se nutre de las ilusiones del mercado, al cual se vincula mediante un proceso de “ósmosis financiera”; desborde de conductas violentas, provenientes de actividades ilegales que generan empleo: Casinos, tráfico de todo tipo, sicarios, corrupción, etc.
Este modelo de vida que se viene imponiendo bajo el auspicio de “los mercados” (inversionistas) tiene que ser contestado, enfrentado y derrotado con nuestras propias banderas, que deben ser levantadas en defensa de la vida, la naturaleza y la dignidad de las personas.
El pensamiento crítico va a dar esta batalla enfrentando a la Cosmovisión occidental, cristiana, capitalista y patriarcal, oponiéndole la Cosmovisión indígena andino amazónica, que propone la cooperación y la reciprocidad, así como el equilibrio con la naturaleza, en contraposición al individualismo, la competencia y la destrucción de la naturaleza, que pretende sustituirla por una “artificialeza” extraña a los seres vivos.



CALIXTO GARMENDIA



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