MATRIMONIO PARA TODOS O ABOLICION DEL MATRIMONIO
La campaña electoral, mas allá del espectáculo farandulero, constituye una oportunidad para plantear temas que vinculen lo cotidiano con lo estratégico, rescatándolo del oportunismo manipulador centrado únicamente en captar votos, sin intenciones reales de concreción.
La propuesta de unión civil entre dos personas del mismo sexo, es uno de esos temas que --bien planteados-- pueden abrir un espacio de reflexión sobre la vigencia de la institución del matrimonio.
Opiniones como las expresadas pòr Luis Bambarén, obispo de Chimbote, "Porque hablan de gay, gays, hablemos en castellano, en criollo: maricones, así se dice...", grafican el pensamiento dominante de la sociedad peruana, que sigue siendo colonial/patriarcal.
Por otro lado, quienes sostienen que la promoción del matrimonio entre personas del mismo sexo constituye un paso progresivo hacia una sociedad abierta y mas libre, olvidan la naturaleza misma del matrimonio y su desarrollo histórico como soporte simbólico de un orden social basado en la desigualdad y el autoritarismo. El concepto "matrimonio" denota la formalidad de la unión conyugal en su condición de permanente, definido como la unión "legítima" entre "marido " y "mujer", para diferenciarlo del concubinato o la simple fornicación. En estas condiciones, el matrimonio implica relaciones de posesión y sujeción, que consolida una relación de poder de naturaleza patriarcal.
En consecuencia, el supuesto sentido libertario del matrimonio entre dos personas del mismo sexo, resulta inconsistente a la luz de la perspectiva histórica de la lucha por la libertad y la autonomía personal.
Frente a ello, la alternativa sería ABOLIR EL MATRIMONIO reemplazándolo por normas de cohabitación, que sean indiferentes al sexo de los cohabitantes y permita incluso, mas de dos personas en la unión. Esto se fundamenta en que, a través de la historia, el matrimonio se ha basado mas en aspectos patrimoniales y de propiedad mas no, en el amor y la voluntad de vivir juntos. Siempre han existido seres humanos que se han reunido para convivir juntos sin esperar la autorización de nadie.
Como hemos visto, el pensamiento dominante sigue prisionero de las tradiciones patriarcales que sobrevaloran la institución del matrimonio. Sin embargo, a estas alturas de la historia, no hay nada que pueda impedir a dos (o mas) persona(s), disfrutar de una convivencia, tener descendientes, entre otras cosas, que antaño eran atributos exclusivos del matrimonio.
Existe sin embargo, al interior de muchas personas, un temor a la incertidumbre, que les hace ver al matrimonio como una tabla de salvación. El hecho que muchos matrimonios sobrevivan a duras penas sin disolverse, no significa que el amor y la pasión sigan siendo su soporte; sino porque los divorcios no son solo costosos en términos monetarios sino sobre todo, en salud emocional por el temor a enfrentar los conflictos no resueltos, los sentimientos de culpa, la castración subliminal, que en buena cuenta representan un miedo a la libertad.
La necesidad de reducir hasta eliminar la violencia de género (las estadísticas de femenicidio son alarmantes) nos obliga a poner en debate la vigencia de la institución del matrimonio y todo lo que ello implica: Familia y reproducción.
Estamos en un período de transición en el que viejos valores se están derrumbando; pero al mismo tiempo, hay otros que están renaciendo o consolidándose. ¿En que brújula confiar nuestro rumbo? Cada individuo es responsable ante si mismo, en su ámbito de influencia, y ante la sociedad, por los valores de los que es portador. Propiciemos aquellos valores que fomentan la autonomía personal.
Calixto Garmendia
La campaña electoral, mas allá del espectáculo farandulero, constituye una oportunidad para plantear temas que vinculen lo cotidiano con lo estratégico, rescatándolo del oportunismo manipulador centrado únicamente en captar votos, sin intenciones reales de concreción.
La propuesta de unión civil entre dos personas del mismo sexo, es uno de esos temas que --bien planteados-- pueden abrir un espacio de reflexión sobre la vigencia de la institución del matrimonio.
Opiniones como las expresadas pòr Luis Bambarén, obispo de Chimbote, "Porque hablan de gay, gays, hablemos en castellano, en criollo: maricones, así se dice...", grafican el pensamiento dominante de la sociedad peruana, que sigue siendo colonial/patriarcal.
Por otro lado, quienes sostienen que la promoción del matrimonio entre personas del mismo sexo constituye un paso progresivo hacia una sociedad abierta y mas libre, olvidan la naturaleza misma del matrimonio y su desarrollo histórico como soporte simbólico de un orden social basado en la desigualdad y el autoritarismo. El concepto "matrimonio" denota la formalidad de la unión conyugal en su condición de permanente, definido como la unión "legítima" entre "marido " y "mujer", para diferenciarlo del concubinato o la simple fornicación. En estas condiciones, el matrimonio implica relaciones de posesión y sujeción, que consolida una relación de poder de naturaleza patriarcal.
En consecuencia, el supuesto sentido libertario del matrimonio entre dos personas del mismo sexo, resulta inconsistente a la luz de la perspectiva histórica de la lucha por la libertad y la autonomía personal.
Frente a ello, la alternativa sería ABOLIR EL MATRIMONIO reemplazándolo por normas de cohabitación, que sean indiferentes al sexo de los cohabitantes y permita incluso, mas de dos personas en la unión. Esto se fundamenta en que, a través de la historia, el matrimonio se ha basado mas en aspectos patrimoniales y de propiedad mas no, en el amor y la voluntad de vivir juntos. Siempre han existido seres humanos que se han reunido para convivir juntos sin esperar la autorización de nadie.
Como hemos visto, el pensamiento dominante sigue prisionero de las tradiciones patriarcales que sobrevaloran la institución del matrimonio. Sin embargo, a estas alturas de la historia, no hay nada que pueda impedir a dos (o mas) persona(s), disfrutar de una convivencia, tener descendientes, entre otras cosas, que antaño eran atributos exclusivos del matrimonio.
Existe sin embargo, al interior de muchas personas, un temor a la incertidumbre, que les hace ver al matrimonio como una tabla de salvación. El hecho que muchos matrimonios sobrevivan a duras penas sin disolverse, no significa que el amor y la pasión sigan siendo su soporte; sino porque los divorcios no son solo costosos en términos monetarios sino sobre todo, en salud emocional por el temor a enfrentar los conflictos no resueltos, los sentimientos de culpa, la castración subliminal, que en buena cuenta representan un miedo a la libertad.
La necesidad de reducir hasta eliminar la violencia de género (las estadísticas de femenicidio son alarmantes) nos obliga a poner en debate la vigencia de la institución del matrimonio y todo lo que ello implica: Familia y reproducción.
Estamos en un período de transición en el que viejos valores se están derrumbando; pero al mismo tiempo, hay otros que están renaciendo o consolidándose. ¿En que brújula confiar nuestro rumbo? Cada individuo es responsable ante si mismo, en su ámbito de influencia, y ante la sociedad, por los valores de los que es portador. Propiciemos aquellos valores que fomentan la autonomía personal.
Calixto Garmendia
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